Nuestras Catequesis
Un listado de nuestras últimas catequesis
Nuestra iglesia, en su significado religioso como en su connotación secular, ha preservado fielmente, no sólo la Ortodoxia, la catolicidad y la conciencia de la fe cristiana original, sino también el ethos, lo fundamental de la enseñanza de Cristo, esto es: la ética del amor.
La Ortodoxia se presenta como solución optimista frente a las ideologías y credos conflictivos en el siglo XXI. Occidente sufre una serie de dilemas tales como la oposición entre la naturaleza y la gracia, las obras y la fe, Sagradas Escrituras y Tradición, Clérigos y Laicos, etc. Nuestra Iglesia no tiene tales dilemas y confusiones. Ella enfatiza una revelación natural en armonía con la gracia revelada, la fe y las buenas obras.
Por otra parte, en contraste con el pesimismo y la falsa ansiedad, muy extendida en algunas regiones, la ortodoxia muestra su optimismo por su concepción en la dignidad del hombre, por su doctrina de la deificación de la naturaleza humana bajo Dios, por su creencia del amor a la humanidad de Dios, y del amor del hombre hacia el hombre. El Evangelio de nuestra Iglesia es de resurrección, de triunfo y de victoria. En la Ortodoxia, el hombre no está solo.
El sistema de la enseñanza cristiana se basa en Dios como un ser supremo de vida y existencia, en el hombre como la imagen y semejanza de Dios obra maestra de su creación, y en Cristo, que unió lo divino con lo humano.
El cristianismo ortodoxo es un sistema espiritual de vida, pero ello no implica la negación del cuerpo o el descuido absoluto de las necesidades materiales. Más bien se trata de colocar cada elemento en su debido lugar. Los progresos materiales deben ser encauzados adecuadamente a fin de que por ellos se consigan buenos logros y no conduzcan a la violencia, ni a la deshumanización del hombre y de la sociedad, ni a su ruina ni a su miseria espiritual, sino más bien al progreso del género humano, a una sana y pacífica convivencia; y al Reino de Dios. La eternidad es el fundamento de los valores que la vida humana requiere para existir. El ser humano debe, pues, reanimar dentro de si los valores eternos, para lo cual es necesario tener fe en ellos y por sobre todo en Dios.
Una verdad viva es que el Cristianismo es un sistema supremo de principios únicos a través de los tiempos y se construyen sobre la roca firme de la fe. Además, es también un poder o fuerza que emana de la fe y hace la doctrina vida. (Cfr. Hechos 18:27-28; 2 Cor. 3:2).